Jueves, 09 de mayo de 2019; testimonio:
Amados, yo nací en la ciudad de Guatemala Centro América en este día en 1956.
Crecí en un pequeño pueblo como un chico humilde, pero feliz. Mi familia era católica; mantuvimos la religión en el mejor de nuestras capacidades. En mi niñez solía ayudar en la iglesia como acólito y pronto aprendí el proceso de la misa de memoria.
Una cosa que me molestó mucho fue el hecho de que la misa muchas veces fue dada en latín; otra cosa me no me gustó era ver que el sacerdote se la pasaba fumado como una chimenea. Pero la peor de mis tragedias era no haber encontrado un significado real sobre lo que Dios es.
Todo allí estaba tan vacío como mi alma y yo estaba demasiado hambriento para saber el verdadero Dios. Este vacío me escoltó durante muchos años sin conseguir la indiscutible respuesta que estaba desesperado buscando.
Mi papá murió en 1969 y nuestra familia fue rota también. Fui a la gran ciudad a vivir con mis abuelos y para los próximos cuatro años estuve viviendo la vida loca hasta que ésos tiempos desperdiciados me condujeron a un callejón sin salida y sin propósito con una sensación de profunda tristeza y soledad.
En 19 de marzo de 1973 el Espíritu Santo me arrastró a Jesús; lo conocí de una manera única en una iglesia Presbiteriana. Cuando me di cuenta de mis múltiples pecados, me enfrenté con la santidad de Dios que trajeron un profundo sentimiento de arrepentimiento. Confesé mis pecados y Jesús fue tan amable para mí al darme el regalo más importante de mi vivir, la salvación. Desde ese momento, sabía sin duda que, si hubiese muerto en cualquier momento dado, el cielo era mi destino seguro. El impacto que Jesús el Señor hizo en mí la noche de ese día fue tan profundo, que lo único que entendí fue diciéndole que le serviría desde ese mismo momento hasta el final de mis días; mi destino ya no era mío, y yo ahí se lo dediqué.
Mi estilo de vida tuvo una oportunidad de cambiar 180 grados. En la iglesia, los Ancianos Gobernantes vieron mi dedicación y devoción al Señor, y decidieron enviarme al Seminario hasta que me gradué de allí en 1978. En la iglesia, así, tuve el sublime privilegio de conocer a Ileen y nos casamos en el día 18 de ese mismo año.
Mi ordenación al Ministerio Pastoral ocurrió en noviembre de 1979. Servimos a Dios y la Iglesia Presbiteriana de Guatemala hasta 1983. Esos días fueron tan peligrosos; era los años épicos de la Guerra Civil y por ello mismo, vinimos a los Estados Unidos de América. Los próximos tres años serví a la PCUSA Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América.
En 1986 me convertí en un predicador/evangelista independiente hasta hoy.
Ese mismo año obtuve mi licencia de conductor comercial CDL y comencé a trabajar secularmente como OTR, conductor profesional de carretera. Mi querida esposa y yo nos convertimos en ciudadanos de los Estados Unidos en 1993.
Comencé a publicar mi música en el 2004. Diez CDs con más de cien canciones. Dos libros publicados; algunos otros más que están en su camino a la editorial.
Estudié en línea durante muchos años hasta que finalmente obtuve mi doctorado en Filosofía y PhD en Consejería Pastoral en el año 2009.
Las décadas pasaron y aquí estamos; una hija, un hijo; un yerno, un nieto y cuatro perros; Cutie, Vero, Panchito y Patojita. Vivimos en El Paso, Texas. Donde quiera que vaya, nada en todo momento... estamos sirviendo a nuestro Señor Jesús, por la inspiración del Espíritu Santo, para traer honor a Dios Padre.
Mario V. Paz